Albert Sabater Pla

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Coronavirus. ÁLos ni–os a la guerra!






1 de julio de 2020


 

Que la pandemia del Coronavirus Covid-19 nos pill— a todos por sorpresa no es ninguna novedad. Se ha repetido hasta la saciedad, y muestra de ello ha sido la deriva que han mostrado los gobiernos de medio mundo.
Los œnicos que sin duda ten’an claro lo que estaba ocurriendo y c—mo actuar correctamente eran los mŽdicos y sanitarios, o por lo menos, en su mayor’a, por que tambiŽn en este ‡mbito ha habido el que pas‡ndose de listo ha tenido su desafortunado momento de gloria.

Siguiendo este nefasto camino, el Govern de Catalunya, m‡s concretamente el conseller d«ensenyament, Josep Bargall—, la consellera de salut Alba VergŽs y el vicepresident Pere AragonŽs, han hecho diversas declaraciones en torno a una normalidad absoluta para el pr—ximo curso escolar que previsiblemente empezar‡ en septiembre y que al parecer lo har‡ sin ningœn distanciamiento social ni mascarillas, ni desdoblamiento de grupos en otros con menor cantidad de alumnos.
ÒNo har‡ falta nacer nadaÓ ha sido una de las declaraciones m‡s polŽmicas e insensatas en un momento en el que el contagio y la transmisi—n del virus son elevados. Sin duda fruto de la incapacidad de un gobierno, en este caso el de Catalu–a para gestionar una crisis de manera que proteja la salud y en definitiva la vida humana por encima de la otra gran pandemia humana: la econ—mica.

La justificaci—n de tal desafortunada e irresponsable decisi—n radica en el hecho de que el riesgo de contagio en los ni–os es menor, y por tanto no ser‡ necesario tomar medidas extraordinarias al respecto. Excusa insensata, ya que no se puede hacer un balance fidedigno al haber estado confinados y sin asistir a clase.

Esta decisi—n, lejos de una l—gica mŽdica, o racional, parece m‡s cercana a un argumento organizativo y econ—mico, en caso contrario no se puede comprender como un gobierno es capaz de arriesgar no solamente la salud de nuestros hijos, tambiŽn la de aquellos familiares con los que conviven.

Las asociaciones de padres, y sindicatos relacionados con la ense–anza ya han expresado su desacuerdo y descontento con  las medidas que parece van a llevarse a cabo, una vez m‡s sin contar con el consenso de los implicados: padres, sindicatos de maestros y profesionales de la salud, y es que de nuevo, como ocurri— en junio con la apertura prematura e innecesaria de los centros escolares, el Govern actœa al margen del raciocinio, en una deriva que como siempre pone en riesgo a los ciudadanos, en este caso, directamente a los mas peque–os.

Esperemos que en esta ocasi—n, la estupidez gubernamental no traiga consecuencias irreparables que acaben pagando, como siempre, los m‡s dŽbiles.