Albert Sabater Pla

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Ni–os escudo o la estupidez humana.






26 de abril de 2020


 

Durante el confinamiento hemos sido testigos de las elocuencias m‡s magistrales, o no, para excusarse al salir a la calle: disfrazarse de bolsa de basura, pasear un peluche, una tortuga, e incluso un radiador. 

Pero en muchas ocasiones, la picaresca, lejos de convertirse en algo jocoso, acaba demostrando lo estœpido que puede llegar a ser el ser humano, como lo ha sido la primera autorizaci—n de salida a la calle de los ni–os, este 26 de abril.

Las consignas han sido claras, espec’ficas y suficientes para que cualquiera con dos dedos de frente las comprenda, asimile y las ponga en pr‡ctica: mantener la distancia de dos metros, lavarse las manos al salir y al volver, no jugar con otros ni–os, no ir a ver a los abuelos, no acudir a lugares concurridos y jugar con precauci—n.
Como era de esperar, la naturaleza humana se ha puesto de manifiesto y por desgracia hemos sido testigos de la irresponsabilidad/estupidez de muchos progenitores que no han dudado en sentarse en los bancos de parques para charlar con otros pap‡s y contarles lo duro que han tenido que vivir encerrados con los ni–os mientras mas de 30 sanitarios daban la vida por salvar a otros. Quiz‡s m‡s que un pasaporte inmunol—gico habr’a que facilitar a estos imbŽciles un pasaporte de estupidez, as’, cuando se hayan contagiado le otorguen el respirador a quien realmente lo merece y no a un estœpido que ha puesto su vida, y la de sus hijos en riesgo a pesar de todas las advertencias.

Lo de hoy no ha sido mas que la utilizaci—n de los ni–os para salir a la calle, no hay otra explicaci—n para tanta irresponsabilidad con calles atestadas de menores incumpliendo distancias, padres hablando en los parques como si la cosa no fuera con ellos y ni–os corriendo y alej‡ndose de sus progenitoresÉ

Ojal‡ que, a pesar de todo, dentro de diez o quince d’as no tengamos que lamentar la estupidez humana de los insolidarios que a lo largo del d’a de hoy han salido como borricos sin rumbo a las calles con sus hijos, incumpliendo toda advertencia de seguridad. Eso s’, a las 8 todos a aplaudir a los balcones y ventanas, como si nada hubiera ocurrido, como si su irresponsabilidad no fuera con ellos.